El síndrome de la silla vacia

Desgarrador artículo sobre la presión que puede llegar a hacer una empresa sobre sus trabajadores. Bonos a directivos por conseguir recortar la plantilla, sea al precio que sea, rápido y barato. “Pueden estar seguros de que voy a hacer que se vayan de una forma o de otra, si no es por la puerta, será por la ventana”. La codicia estimulada desde la cúspid llevó a las formas más variadas de presión: desde trasladar a una madre a un lugar alejado dos horas de coche del colegio de sus hijos, a degradar las tareas del puesto de trabajo. Pero lo que solía ser definitivo era el método de la silla vacía: mover al personal una y otra vez y dejar a los “señalados” sin mesa, sin silla y sin destino durante semanas, hasta que se “ablandaban”. El fiscal ha reunido correos electrónicos infames y anotaciones de desgarradora crueldad. “El método funciona”, se vanagloriaban quienes adiestraban a los cuadros intermedios en la escuela de gestión de Cachan.

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