Sobre la huelga “feminista” del día 8 de Marzo

IMG_7954Este 8 de marzo se celebra, como cada año, el día internacional de la mujer trabajadora, esta vez con el añadido de que las organizaciones feministas han llamado a la “huelga feminista” y convocan a TODAS las mujeres a secundarla. Algunas organizaciones sindicales se han sumado a esta iniciativa dando cobertura legal a dicha huelga o llamando a paros de 2 horas.

La Coordinadora Sindical de Clase conmemora este día recordando que la incorporación mayoritaria de la mujer obrera al trabajo remunerado fuera del ámbito doméstico toma impulso con la Revolución Industrial. Las condiciones eran tan duras que, para poder subsistir, tenían que trabajar todos los miembros de una familia obrera, hombres, mujeres y niños, con salarios a cada cual más mísero. Los dueños de los medios de producción se aprovechaban de estas condiciones de extrema necesidad para aumentar sus beneficios a costa de multiplicar la explotación por cualquier circunstancia, tal y como sucede hoy en día.

No tardaron en surgir las luchas ante estas insoportables condiciones. Tampoco se hizo esperar la salvaje represión gubernamental, con desapariciones, torturas, prisión y matanzas, como la de los mineros de Lena (Siberia) o las duras represiones policiales a las obreras textiles que en 1857 se manifestaban contra la brutal explotación laboral. Menos aún olvidamos a las 123 trabajadoras que murieron, encerradas por los propios dueños, en el incendio de la fábrica de confección de camisas Triangle en 1911.

Estas luchas de hombres y mujeres proletarias empezaron antes de que aparecieran las sufragistas y los reclamos de igualdad, alejados de la cuestión de clase. Las mujeres trabajadoras ya estaban luchando y arrancando derechos a los patronos antes de que las mujeres burguesas reclamasen igualdad para las de su clase.

La principal diferencia entre las reivindicaciones de las obreras y las burguesas radicaba en que las feministas buscaban, entonces y ahora, la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente. Reclaman igualdad sin poner en entredicho la explotación, que es la base de la desigualdad, a la que se somete a las mujeres obreras, porque el movimiento feminista insiste en que es un movimiento de TODAS las mujeres, sin importar si pertenece a la clase explotada o explotadora.

Las feministas reclaman, entre otras cosas, que se rompa el llamado techo de cristal y cuando esto ocurre es una victoria, pues una mujer está en un puesto directivo, es el camino de la tan ansiada igualdad. Pero esta igualdad, sin más, trae consigo la misma explotación para la clase trabajadora, porque no se ha tocado el sistema que sustenta dicha explotación.

Fruto de estas victorias en igualdad sin más, nos encontramos con aberraciones tales como que, utilizando un ERE, la entidad presidida por Ana Patricia Botín, se deshace de las trabajadoras con reducción de jornada por maternidad. O, como ocurre en AYESA AT, presidida por Arantxa Manzanares, empresa en la que se despide a mujeres que acaban de dar a luz y cuando ésta lucha y consigue la nulidad del despido es sometida a un despiadado acoso laboral. Como estos nos encontramos infinidad de ejemplos, en grandes y pequeñas empresas, en las que tener a una mujer en puestos de mando no es garantía de que ésta vaya a tener sororidad con las mujeres obreras, por el contrario las somete a igual o más explotación que a los hombres, si puede.

Así pues, reclamar igualdad sin más no sirve a la mujer trabajadora, su situación de explotación es la misma independientemente de que el directivo sea hombre o mujer, porque la tan reclamada igualdad, sin tocar el sistema brutal que lo sustenta, llega hasta donde lo permite la cuenta de resultados de la empresa. Las mujeres trabajadoras, por tanto, no nos sentimos identificadas con ese mantra feminista de “todas” las mujeres. Es cierto que las mujeres tenemos que cargar con un doble peso y estas discriminaciones tienen repercusiones mentales, culturales y morales, dado que las mujeres están impedidas de desarrollar sus habilidades plenamente y en total igualdad. Estas repercusiones negativas conciernen a las mujeres de la clase trabajadora, del campesinado pobre, de los estratos de los trabajadores autónomos, mientras que las mujeres de la burguesía encuentran los medios y las posibilidades para resolver sus problemas.

Estas discriminaciones adicionales se dan también, entre otros, por orientación sexual, color de piel, ser de origen extranjero o incluso por la religión, todo siempre y cuando la persona pertenezca a la clase obrera. La burguesía utiliza estas discriminaciones para enfrentar a la clase obrera entre sí y competir entre ellos en el mercado laboral, ofreciendo el empresario, hombre o mujer, condiciones laborales miserables para obtener mayores beneficios. Pero la clase obrera no cae en estas trampas de enfrentamientos artificiales, porque sabe quién es el culpable.

Las mujeres trabajadoras también luchamos y reclamamos igualdad de derechos en el momento actual, pero no es el objetivo final, es un medio para avanzar en la lucha contra la esclavitud económica de la clase trabajadora. No reclamamos igualdad sin más, reclamamos igualdad para acabar con la explotación del hombre por el hombre.

Así que por mucho que intenten ocultar el carácter de clase de este día y por mucho que lo intenten desvincular de la lucha por la liberación social y el socialismo, ahí está la Historia para recordarnos cómo la lucha encabezada por las obreras textiles de la ciudad de Petrogrado en la manifestación convocada un 8 de marzo de 1917 (23 de febrero en el calendario ruso) bajo la consigna de pan y fin de la guerra, aun siendo duramente reprimida, dará pie al inicio y al triunfo de la revolución bolchevique en octubre de 1917, que trajo consigo conquistas en derechos para las mujeres, impensables en los países capitalistas más avanzados de la época.

Por todo esto, por las mujeres obreras que han luchado a lo largo de la historia, nosotras hoy tenemos el deber de denunciar a los movimientos, que financiados y aupados por la burguesía y el estado, intentan por todos los medios desvincular la lucha de clases con la lucha de la mujer trabajadora, e intenta alejarla de su misión histórica de acabar con el sistema perverso que sustenta y fomenta todo tipo de discriminación, con el despreciable fin de enriquecerse a costa de la explotación de la clase trabajadora. Debemos luchar a nivel político y sindical contra los pequeños y grandes problemas hasta la liberación de la clase obrera y por extensión también de las mujeres trabajadoras.

La Coordinadora Sindical de Clase, por lo tanto, considera que la huelga, derecho fundamental conquistado por hombres y mujeres de la clase obrera tras duras luchas, debería ser de toda la clase obrera. Sería un despropósito llamar a la huelga únicamente a las mujeres (tanto explotadas como explotadoras) y pedir a los hombres que hagan el trabajo que harían las huelguistas, eliminando de un plumazo el sentido de una huelga. La clase obrera, unida y organizada, hace huelga para conquistar derechos y arrancárselos a una burguesía que explota a la clase trabajadora, aprovechando las divisiones que la propia burguesía genera (sexo, color de piel, procedencia, etc…), para evitar la organización de nuestra clase que tiene un mundo por ganar.

Justa Montero de la Comisión 8 de Marzo, sin embargo, dice “lo que queremos es visibilizar que si paramos nosotras se para el mundo. Si quisiéramos otra cosa llamaríamos a una huelga general de todo el mundo”. Es decir, el movimiento feminista hoy no quiere “otra cosa” que “visibilizar”, en lugar de defender la organización del conjunto de la clase obrera en los centros de trabajo para recuperar los derechos perdidos y conquistar nuevos en beneficio de todos los trabajadores y trabajadoras.

Las mujeres trabajadoras a las que nos cuesta llegar a fin de mes, que tenemos que buscarnos la vida en los comercios más económicos, que hacemos números para pagar las facturas, la gasolina, el abono transportes, el alquiler o la hipoteca, no hacemos huelga para conseguir simplemente “visibilidad”. No. Las mujeres trabajadoras hacemos huelga para conquistar derechos que legítimamente nos corresponden.

Ningún derecho se conquistó simplemente “dando visibilidad” al problema. Buscar visibilidad, como si el problema de la explotación existiese solo porque por algún descuido nadie se ha dado cuenta de la situación. La patronal conoce a la perfección los problemas que ella misma genera en pos de su espurio beneficio económico. El hecho de “visibilizar” algo que todos tenemos presente en nuestra vida, porque todos tenemos a nuestro lado a mujeres (en el trabajo, en la familia …), no soluciona el problema.

Absolutamente todos los derechos conquistados fueron peleados por la clase obrera en su conjunto y aún hoy en muchas partes del mundo, hombres y mujeres siguen pagando con la vida la osadía de reclamar los derechos que legítimamente le corresponden. Tenemos el caso de la compañera Julia Amparo Lotán Garzona en Guatemala, que lleva más de 31 meses en prisión preventiva por su lucha sindical. Hace pocas semanas dos huelguistas campesinos fueron asesinados durante el paro agrario en Perú. Nuestra sección sindical en Valdemoro (Madrid) fue atacada brutalmente por matones del sindicato afín a la empresa FCC, cuya presidencia está ocupada por Esther Alcocer Koplowitz.

En consecuencia, la Coordinadora Sindical de Clase (CSC) apoya la liberación y la lucha de la mujer, pero estamos en la obligación de clarificar los términos, con la voluntad de ganar el presente y el futuro, y para eso tenemos que unir a la clase obrera.

Consideramos la huelga como la herramienta sublime de los trabajadores y trabajadoras, como clase, y no una cuestión de género o sexo, que debe ejercerse con unos objetivos claros y definidos, parando la producción burguesa para lograrlos, organizando los centros de trabajo previamente, los piquetes para la consecución del paro, el paro mismo, y la continuidad de la lucha para conseguir los objetivos marcados.

Nuestro sindicato estará siempre al lado de todos los trabajadores, sin distinción de sexo, color de piel, origen, etc. y consideramos que el culpable de la situación de la mujer trabajadora hoy -al igual que sucede con otros segmentos de la población- tiene sus raíces en el sistema capitalista de producción, por lo que hacemos un llamamiento al conjunto de la clase trabajadora para organizarnos todos juntos con el objetivo de la superación de este sistema explotador y criminal.